Dioses, héroes, reyes, cazadores, monstruos del abismo, gigantes, brujas, vampiros y asesinos en serie son los protagonistas de esta obra que sostiene una idea simple y constante a lo largo de la misma: monstruo y héroe son creaciones del Estado, es decir, de quienes detentan el poder para obtener legitimidad y perpetuar su situación el máximo tiempo posible. Sin embargo, el monstruo es algo más que una construcción del Estado, lo es también del individuo en su deseo de dar sentido a su existencia. Por este motivo, pese a tener unos rasgos comunes a lo largo de la historia, los monstruos se transforman conforme lo hacen también las sociedades. De este modo, dan respuesta a nuestras inquietudes, nos ayudan a conocer el mundo en el que vivimos y, lo más importante, nos permiten reconciliarnos con nosotros mismos al hacerles a ellos responsables del mal que vemos en el mundo. El hombre contemporáneo no cree en los monstruos, pero suele verlos allí donde mira, puesto que son un mal necesario.